NARANJA SUBLIME©
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Del rojo al naranja. Entre las diferentes tonalidades de colores que la naturaleza nos regala, encontramos al naranja, color que puede disfrutarse en un lindo atardecer o en las hojas del otoño, reflejo de la transición del calor del verano al frío del invierno. Ese color naranja que equilibra los extremos, aquietado por la alegría del amarillo y menos agresivo que el rojo. Un rojo que representa sangre, violencia, barbarie, pasiones movidas por el ego y la ambición de poder. Un poder que aún sobre la nobleza de la vida, se impone y agrede a tan noble ser, la mujer. Fragilidad y bondad que al mismo tiempo se convierte en una gran fuerza social, elemento esencial que mantiene unidas a las familias, pues en sus brazos se acuna el futuro de la humanidad. Entonces, ¿por qué dañar a un ser tan importante y tan cálido, como es la dulce presencia de una mujer?
Independientemente de los aspectos culturales, clase social o ingreso, los derechos humanos de la mujer reflejan una desigualdad histórica, cuya violación generalizada deja víctimas cada año. Los hechos y las cifras publicadas por la ONU dicen que hasta un 70% de las mujeres en el mundo sufren violencia en su vida. Son datos que carcomen el desarrollo humano y que contradicen lo que en 1933 se firmó en Managua, Nicaragua. Una declaración cuyo contenido resalta el respeto a la diversidad, esa diversidad que nos hace pensar y actuar diferente al otro, sin embargo las realidades socioculturales demuestran que la mujer ha sido objeto de violencia a través de la historia. En el siglo XVII la gran poetiza Sor Juana Inés de la Cruz luchó contra los hombres de la época que no veían con buenos ojos que la mujer manifestara curiosidad intelectual e independencia de pensamiento.
Para ponerle fin a este problema tan arraigado, el entonces Secretario General de la ONU Kofi Annan en 1999 declaró el día 25 de Noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer. Invitó a gobiernos internacionales y organizaciones no gubernamentales a ponerle fin a esta pandemia global que aún deteriora y azota a la sociedad del siglo XXI. El día naranja (proclamado el día 25 de cada mes) invita a portar una vestimenta de este color, como símbolo de compromiso para sensibilizar, prevenir y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, es una fecha para promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer, además de generar una mayor voluntad política para erradicar este problema. Es grato observar en oficinas de gobierno a algunos colaboradores portando una prenda con este color energético, vibrante, preventivo; o ver un mensaje sobre su escritorio con el mismo color uniéndose a esta lucha. Si la psicología del color dice que el naranja es estimulante, utilizado para hacer pensar a la gente, entonces pensemos de qué manera puede el sistema regenerarse y erradicar la violencia contra la mujer sin reservas, ni equívocos o demoras. ¿Cómo convertir a padres, esposos, jóvenes y niños promotores de los derechos de las mujeres? Quizás, las respuestas estén cuando en cada mujer, se acallen los llantos ahogados, se elimine todo lo que le impide salir adelante, se destruya lo que la mantiene presa, o cuando cada una decida no seguir soportando injurias, exclusiones o maltratos. Quizás la violencia contra la mujer se elimine cuando ella misma así lo decida, cuando alimente su autoestima y sea orgullosa de lo que es por esencia o cuando encuentre paz en su corazón, para iniciar la guerra contra la cerrazón.