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GIRA, GIRA CORAZÓN




Las chiribitas, mejor conocidas como margaritas, son flores que embellecen los verdes campos y buscan la luz girando maravillosamente hacia el sol. Con su inocente pureza, las margaritas expresan a través de sus pétalos hermosamente decorados de color blanco, un amor tan limpio, tan transparente y bien intencionado, que alegran como un sol, el día de quienes las admiran.


Parecidos a las margaritas, están los girasoles, quienes siguen la luz del sol y erguidos se miran unos a otros, para admirar la alegría y la espontaneidad contenida entre ellos. Sin importar que los días estén nublados, los girasoles se miran unos a otros para compartir la energía que les da la luz contenida en cada uno de ellos. Algo parecido pasa cuando nosotros tenemos días nublados, porque el cariño y la empatía de los otros, hace que su luz nos haga girar hacia verdes campos, llenos de vida y esperanza. Esas otras miradas, son las que nos enseñan a entender que la vida es una espiral en movimiento, en la que todo pasa, todo cambia, en la que cada experiencia sea el mejor artífice que nos moldea, que nos construye y que nos hace ser mejores personas. Entonces, seamos las mujeres girasoles todos los días. Si nos tenemos las unas a las otras, ayudamos a que nuestras semillas alimenten desde el amor y la alegría la transformación de nuestras hermanas. Hagamos de la sororidad una filosofía de vida, construyendo alianzas para crecer unas con otras.


Gira, gira, girasol, para buscar el calor y la luz que refleja el corazón de las mujeres. Cual deidad otomí, el yendrí (*) se vuelve el néctar sagrado que alimenta de sueños el instante mágico en el que ese insecto volador se llena de vida para impulsar su vuelo, para encontrarse con el señor Sol, para propagar la vida y para conservar la belleza natural. Esa belleza contenida es la esencia misma de quien es capaz de dar vida y de sembrar esperanzas, aun en los días nublados.


Gira, gira, corazón y voltea a ver, con respeto y humildad, que desde el corazón puedes ayudar a pintar un sol en los días nublados. Como los que el pintor holandés Vincent Van Gogh, vivió y transformó mediante su color favorito, el amarillo. Color que asoció a los girasoles y que lo llevarían a pintar una serie de pinturas en torno a esas flores, pues las asociaba con la calidez que le generaba la amistad que llevaba con el pintor Gauguin. Fue a través del color amarillo que trató de expresar su vida interior, sus sentimientos, su pensar en el otro. Gira, gira, girasol, gira desde tu corazón.


(*) Los Otomíes de Hidalgo llaman a los girasoles, como yendri. (CONABIO. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, 2018)






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© 2025 por María del Consuelo Lozano Moreno

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