LA SOMBRA NEGADA DE Á-POROS
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En la sociedad del intercambio es normal rechazar a quien no nos da nada a cambio. Pero, en realidad ¿no nos da nada? O ¿son nuestras sombras las que no nos dejan ver la riqueza humana de quien está frente a nosotros? No nos damos cuenta de que de cada persona podemos aprender a pesar de las diferencias. ¿Acaso no debamos aprender a integrar a quien merece respeto por ser persona, por su dignidad humana, sin importar sus condiciones sociales, económicas o culturales? En la década de los 90´s Adela Cortina, filósofa española acuñó la palabra “aporofobía” definiéndola como el rechazo o fobia a los pobres, para el 2017 fue elegida la palabra del año. Es un término que, sin estar formalmente registrado en el Diccionario de la Real Academia Española, ha estado dolorosamente presente en la historia de la humanidad. El escritor francés Víctor Hugo, la ejemplificó en 1862, en su novela “Los Miserables”, en la que afloran los antivalores de la discriminación y de la intolerancia, esos que ensombrecen la generosidad y resaltan las miserias humanas, esos antivalores que han hecho que el homo sapiens dirija con desenfreno su capacidad humana al desarrollo financiero, esto es, a darle mayor valor al tener, que al ser.El ego desmedido ha invisibilizado los dolores de un mundo capitalista asimétrico, generador de un gigantismo urbano en donde se ha enquistado la discriminación al pobre, a las mujeres, a los ancianos, a los sin techo y sin recursos. El mundo de los hombres del dinero teme ser herido por la gente que la misma dominación arbitraria ha herido socialmente y ha cavado profundas brechas que no alcanza a ver la extensión del paisaje estéril del desierto social de la gente ignorada, oprimida, invisibilizada, movida por el dolor de la miseria. Una miseria que ha secado las esperanzas por alcanzar mejores condiciones de vida a través de liberar la conciencia del oprimido, como lo consideraba el educador brasileño Paulo Freire, quien proponía luchar por la formación de hombres libres para lograr sociedades justas y no manipuladas. Sociedades humanas capaces de vivir y de aprender desde lo diferente, de creer en la magia de lo que somos en esencia, de reformular el esquema social y de co-construirnos a partir de los otros, de resaltar nuestra riqueza humana y de alejar esa parte nuestra que condena al otro, que desprecia y rechaza. Es tiempo de encontrarnos en nuestras diferencias y sobrepasar las sombras de á-poros.